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Ayer se iniciaron las actividades por el 1º Festival del Libro y la Lectura Verde promovido por el IIAP, como parte de las celebraciones de San Juan.  En esta oportunidad, la Dirección Regional de Cultura de Loreto nos envía los afiches de tres de sus actividades a fin de tener una alternativa en estos días de celebración amazónica en Iquitos.

Por otro lado, el viernes 25 a las 11 a.m.  se llevará a cabo el conversatorio “Los Sucesos de Bagua”, en el auditorio del Vicariato Apostólico de Iquitos. Participarán como expositores los parlamentarios Guido Lombardi y Víctor Isla y el  antropólogo Alberto Chirif.  Como moderador del evento estará el periodista Rubén Meza.

En tanto, cerrando la semana de actividades culturales sanjuanina, el lunes 28 en el auditorio del Colegio San Agustín, desde la 8 de la noche se llevará a cabo un concierto que ofrecerá el monstruo de la canción Raúl Vásquez, . Ambas actividades forman parte de las celebraciones por los 17 años que cumple este mes el diario Pro & Contra.
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Por: Fermín Rodríguez Campoamor (*)

En el mismo día un doble aniversario: de muerte y de nacimiento

La muerte, después de un año, estaba todavía presente y viva en las lágrimas que desbordaron silenciosamente los ojos apretados de Violeta Piitug Wampush, viuda de 28 años y madre de cuatro hijos.

El nacimiento sonreía en los grandes e inocentes ojos abiertos de su hija en brazos que cumplía su primer año de vida.

En realidad –nos precisó Violeta con toda exactitud– la niña nació aquí en esta casa de Wawás el once de Junio del año pasado, seis días después de que mataran a su padre el día cinco en Bagua. Pero en la familia decidimos, para no aumentar los gastos, celebrar los dos aniversarios el mismo día. Entre mi madre y yo vamos a preparar la cena para toda la familia. Ustedes, si lo desean, están invitados a la fiesta de esta noche.

Así, cuando todavía no nos habíamos presentado, fuimos sorprendidos por una acogida tan espontánea, tan sincera y familiar. Niños y jóvenes entraban y salían de la casa para conocer a los visitantes. Allí se encontraban sus cuatro hijos y sus primos y primas. Todos son huérfanos de padre. Un hermano de Violeta murió joven hace tres años; la abuela se hizo cargo de sus hijos. Se han reunido hoy todos para la celebración del doble aniversario. Poco a poco se fueron retirando una vez satisfecha su primera curiosidad. Violeta para sorprendernos aún más, en un extremo de confianza y franqueza, añadió, con toda naturalidad, una más íntima precisión:

Les dije que tengo cuatro hijos pero no es así: una de las niñas es sólo hija de Felipe y no mía. La tuvo con una hermana mía. Sin embargo yo la atiendo, junto a sus tres hermanitos, como si fuese mía.

Nunca antes habíamos hablado con ella. Le bastó saber que veníamos a acompañarla en el aniversario de Felipe para, de pronto, brindarnos este excepcional recibimiento totalmente inesperado.

Sentados con ella en el mejor banco de la casa nos recordó que durante el año había recibido muchas visitas de periodistas de todo el mundo. Sólo citó tres países: Inglaterra, Canadá y Nicaragua.

Entonces sufría tanto que les pedía a los periodistas me ayudasen para dar de comer a mis hijos. Ellos me respondían que el Estado tenía que ayudarme y que ellos lo iban a reclamar pero ni ellos me ayudaron ni tampoco el Estado.

Luego -siguió contando- recibió una gran alegría cuando el Presidente de ORPIAN vino a anunciarle que había recibido del extranjero una ayuda para hacerle una casita de la que ya se habían levantado cuatro columnas de cemento delante de su casa. Allí en el suelo se amontonaban más sacos de cemento para terminar algún día la obra y pasar con sus hijos a vivir en ella donde pondría, además, una tiendita con la que ganar algo para vivir.

Por fin nos presentamos mi amigo, el profesor awajun Alejandro Tsajuput, y yo. Había hablado ella sola con calma y seguridad y en un buen castellano muy fluido pero acaso comprendió que nosotros también teníamos algo que decirle y se replegó en un silencio muy atento momento que aprovechó su hijita para reclamarle el pecho. Le conté que conservaba un reportaje de La República, publicado pocos días después del cinco de Junio, con una fotografía suya que me ayudó a reconocerla entre las otras jóvenes, sus sobrinas, al entrar en la casa. También le dije que por la mañana había celebrado dos eucaristías, una en Wachapea y otra en Chiriaco en las que recordamos el nombre de Felipe Sabio César su marido junto con los demás 34 fallecidos hoy hace un año. Y pedimos también por sus familiares y especialmente por sus viudas. Pensé, después, celebrar este aniversario más cerca de quienes más sufrieron en ese día. Por eso hemos venido a saludarte.

Alejandro le habló después en awajún. Fue entonces cuando comenzó a emocionarse y ya no pudo contener sus lágrimas que fluyeron suavemente humedeciéndole toda su cara que secaba con sus dedos.

Felipe fue uno de los cinco indígenas caídos el día 5 de Junio. Pero él no estuvo en la Curva del Diablo. No tenía ninguna arma ni siquiera una lanza. Fue alcanzado en Bagua el mismo día cinco por una bala certera que le quitó instantáneamente la vida cerca del Hospital. Allí se dirigía, como corresponsal de Radio Marañón, para recoger datos de los muchos heridos que iban llegando desde la carretera. Se dice que la bala vino desde un tejado y la disparó un AKM. A plena luz del día toda la gente aterrada lo vio de pronto inmóvil en plena calle sobre su propia sangre. Aquel día en Bagua las balas quitaron la vida a otros dos ciudadanos no nativos: Abel Ticlia Sánchez y Jorge Ángel Pozo Chipana. ¡Qué poco se habla y se sabe de ellos!.

Violeta, cuando lo supo, quiso ir a buscarle pero no le dejaron: estaba a punto de dar a luz. La familia llevó el cadáver a Wawás y Violeta lloró abrazada a él y cantó en awajún sus penas y lamentos como viuda y madre de cuatro huérfanos. La acompañaron todas las mujeres. También lloraron en silencio hombres y niños. Le enterraron en el cementerio al día siguiente. Ella siguió llorando sola en su casa hasta que las lágrimas del duelo se juntaron a las del parto seis días después. Sus ojos, empañados por unas y otras lágrimas, vieron nacer la vida nueva de su hija que la reclamaba totalmente a la esperanza.

Todos los viajeros que entran o salen de la selva conocen Wawás, a pocos kilómetros de Chiriaco, por la tranca que corta la carretera. La vigila el puesto de la Ronda Campesina Awajun desde donde se acerca siempre un rondero que libera el paso después de controlar el carro y agradecer amable la atención recibida. Wawás es, al pie de la letra, parada obligatoria para todos. Su Ronda prestó, hace pocos años, un servicio fundamental en la pacificación y la seguridad de esta carretera donde se multiplicaban alarmantemente los asaltos y el terror.

Pero vale la pena una visita no obligada a la comunidad. No se ve desde la carretera. Es preciso atravesar a pie, si no se encuentra una canoa, la quebrada, que baja paralela a la carretera y rodea la comunidad, para entrar a continuación en ella por dos puertas de madera levantadas con sus marcos sobre el campo sin paredes: son la entrada y salida del cerco escolar de alambre de la I.E.de Menores n° 16723. La primera nos da la bienvenida en nombre de la Institución Educativa y nos permite caminar ante la fachada blanca casi cegadora de la Escuela en aquella tarde tan soleada. Por la segunda entramos en la calle principal de Wawás La casa de Violeta, que fue también de Felipe Sabio, es una de las primeras a mano izquierda. Actualmente destaca por las cuatro columnas de cemento que señalan las cuatro esquinas de la futura casa de sus cuatro hijos.

Son las tres de la tarde. El sol castiga fuerte a la comunidad sin más protección que sus pocos árboles. Sólo seis enormes pavos pasean tranquilamente llenando todo el ancho de la calle. Nos dejan pasar no de muy buena gana. A la derecha buscamos la sombra de una espléndida pomarrosa. Unos niños han trepado alto dentro de ella y otros más pequeños los miran con envidia desde el suelo. Nos sorprende allí la “losa deportiva”: todo un campo de fútbol “reglamentario” con un césped verde que ya quisieran los nuevos estadios surafricanos del Mundial. Una joven mamá con su bebito en brazos atraviesa rápida el campo seguida por otro hijito llorando. Un “muunta” desde una casa se compadece de nosotros al sol y sale muy amable para invitarnos a compartir el masato de su nuera. Conversamos y al despedirnos, después de la segunda pininga, nos sugiere que podíamos ir a ver los videos del 5 de Junio que estaban pasando cuatro casas más allá.

Efectivamente, el local está lleno de niños sobre el suelo y personas mayores de pie o sentadas. Dos jóvenes se levantan para ofrecernos sus asientos. En la pantalla todos identifican al hombre herido que es cargado por dos o tres nativos huyendo de la balacera de la policía. Lleva en alto la mano agujereada por una bala: “¡es el Director del Túpac Amaru de Chiriaco!”. Luego sólo uno de los portadores, el de más anchas espaldas, carga al herido y hace un gesto para acomodárselo que provoca la risa de algunos niños. No pierden detalle de cuanto se oye y mueve en la pantalla donde se marca segundo a segundo la hora exacta de aquella huida de heridos por la carretera. Eran entonces las 6.45 a.m. hace justamente un año.

La vida sigue en Wawás y seguirá. La hija de Violeta crecerá y llegará a conocer las trágicas circunstancias de su nacimiento para ya jamás olvidarlas a lo largo de su vida señalada para siempre, año a año, con su doble aniversario de muerte y nacimiento. A sus quince años, cuando celebre en su nueva casa, ya terminada, su fiesta de quinceañera ¿todavía llorará su madre por su padre? ¿Los niños de Wawás seguirán viendo los mismos videos? ¿Para entonces ya todo estará realmente en calma? ¿Se conocerá, por fin, toda la verdad de lo sucedido y será aceptada por todos? ¿Sabrán, por ejemplo, quien disparó aquel AKM el 5 de Junio en Bagua? ¿Se habrá hecho toda la justicia necesaria para vivir en paz? ¿Y el Estado, por fin, también se habrá compadecido de Violeta y sus hijos asignándoles alguna generosa pensión?

Esperamos que, para entonces, lo sucedido quince años antes se recuerde como el nacimiento de algo nuevo que está llenando a todos de esperanza en un futuro en el que nadie piensa ya en solucionar los problemas entre peruanos con la violencia de las armas sino únicamente con el diálogo, el respeto y el entendimiento entre todos que buscan ya sinceramente el gozo posible de una paz al alcance de todos a lo largo y ancho del Perú, es decir, desde la frontera del Ecuador a la de Chile y desde la costa a la selva, todos incluidos.

Chiriaco, 5 Junio 2010

(*) Ex parroco de Santa María de Nieva, río Marañón.
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José Álvarez Alonso es uno de los más importantes y agudos analistas de la realidad amazónica nacional. Es master en Ciencias, biólogo de profesión e investigador del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP).  ha ganado importantes galaradones por su permanente trabajo de difusión e investigación en la selva, tanto en sus variantes humanas y ambientales Asimismo, es un lúcido y vehemente columnista de  temas amazónicos en los más importantes medios de comunicación, nacionales e internacionales.

Aquí sus impresiones sobre la tragedia de Bagua y los vaivenes de la problemática Amazónica, que no se acaban en una fecha ni tienen aún panorama concreto y real de solución:

¿Cuáles crees fueron las causas de los sucesos de Bagua del 5 de junio pasado?

Las causas inmediatas fueron obviamente (está en todos los documentos y reclamos indígenas) el paquete de decretos legislativos dados por el ejecutivo al amparo de las facultades extraordinarias otorgadas por el Congreso para facilitar la implementación del TLC. En ellos vieron los dirigentes indígenas, por un lado, una violación flagrante del derecho a la consulta previa, consagrado en el Convenio 169 de la OIT, y por otro un intento de debilitar sus derechos de propiedad territorial en la Selva y una estrategia para impulsar la privatización y el otorgamiento de grandes concesiones a inversionistas privados.

Las causas mediatas son mucho más profundas, y tienen que ver con la marginación, el abandono por parte del Estado, y el empobrecimiento creciente y la falta de oportunidades para los indígenas. De acuerdo con cifras oficiales del INEI, mientras los índices de pobreza y pobreza extrema han disminuido en el Perú en alrededor de 1% durante el 2009, pese al decrecimiento económico producto de la crisis económica global, en la Selva se incrementaron significativamente: en la Selva urbana la pobreza creció 1.2 puntos porcentuales (de 31.3%  en el 2008 a 32,5% en el 2009), y en la Selva rural hubo un incremento de 8,3 puntos porcentuales (de 49,1% en el 2008 a 57,4% en el 2009). Incluso en la Sierra, los niveles de pobreza disminuyeron de 56,2% en el 2008 a 53.4% en el 2009. En mi opinión, si los indígenas hubiesen estado económicamente contentos y tuviesen buenos servicios de salud, educación, etc., aunque hubiese ocurrido el despropósito de los decretos legislativos inconsultos, no hubiesen reaccionado con tanta vehemencia, cortando ríos y carreteras por meses.

¿Cuáles son los errores que se siguen cometiendo al momento de entender o diagnosticar la Amazonía desde el Estado oficial?

Primero, no conocer la realidad ni lo que realmente piensan los indígenas, y no preocuparse mucho por conocerla. Segundo, seguir insistiendo en imponer modelos de desarrollo diseñados para otras realidades, o para satisfacer intereses de particulares, pero no acordes ni con la realidad socioambiental de la Amazonía, ni pensados en función de sus demandas. Tercero, satanizar a las organizaciones y a los dirigentes con calificativos fáciles de “politizados”, “manipulados”, “mesiánicos”, etc., y tratar a los indígenas como indigentes mentales, incapaces de analizar sus problemas y tomar decisiones sobre su futuro.

¿Cómo ves ahora la actitud del país con respecto a la Amazonía a raíz de lo de Bagua?

De desdén, desinterés y, como mucho, curiosidad folcklórica. Sólo una minoría de personas siguen pendientes de lo que pasa en la Amazonía y sobre la problemática indígena. La mayoría de la población no amazónica, y buena parte de la población amazónica urbana, lamentablemente, están más pendientes de los escandaletes del choliwood limeño, del asesinato del mes y del Mundial de Fútbol. El tema indígena dejó de ser noticia para la prensa, más interesada en vender sangre y escándalos que en educar e informar. Cuando aparece una noticia sobre los indígenas ocupa un espacio minúsculo en una página secundaria. Se cumple lo que dijo un líder indígena en la mesa de diálogo en Lima: “Los indígenas tenemos que matar y dejarnos matar para hacer noticia, para que nos tomen en cuenta”.

¿Podría volver a ocurrir otro Baguazo en la Amazonía?

No en el sentido y dimensión del ocurrido el 5 de junio, los indígenas con los que he interactuado desde entonces (más de 100 dirigentes, quizás, de todo el país) están en contra de la violencia y han percibido que por ese lado el camino se agotó. Es seguro, sin embargo, que seguirán los conflictos “de baja intensidad”, como reacción a la falta de atención del Gobierno, a las políticas de apertura indiscriminada a la inversión foránea en la Amazonía sin participación real indígena, etc. etc. En varias zonas los indígenas siguen en pie de lucha, pacífica pero lucha, para frenar el avance de las compañías petroleras, mineras, madereras, de biocombustibles. El conflicto sigue, pero en otro campo, más político y mediático.

¿Cuáles deben ser los cambios urgentes en las políticas para evitar en el futuro que en la Amazonía puedan generarse conflictos aún más grandes que en Bagua?

Debe haber reformas integrales. La solución a los problemas de los indígenas amazónicos no está en proyectitos de créditos agrarios por aquí, núcleos ejecutores por allá, una posta médica acullá, y una escuelita más allá. Cuando he preguntado a los indígenas si creen que algo va a cambiar con lo que se ha negociado en Lima, habida cuenta que el Gobierno cumpla los acuerdos de las mesas, la absoluta mayoría me expresó que no. El pesimismo es general, la mayoría no espera del actual gobierno nada, y esperan que algún futuro gobierno haga las reformas radicales para que ellos puedan acceder a los beneficios de un desarrollo sostenible y con identidad. Eso incluye, además de reformas legales, inversión en gran escala, para frenar el empobrecimiento creciente y la degradación también creciente de sus ecosistemas: el año 2009 creció la pobreza en la zona rural amazónica en 8.3%, mientras en el resto del Perú disminuyó un 1% en promedio.

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(Reportaje realizado por Roy Palomino para La Mula)

1.- La visión del desarrollo por parte del gobierno con respecto de la Amazonía  se centra en una visión reduccionista, extractivista, mercantilista. En ese sentido, las políticas nacionales han tenido y seguirán teniendo un fracaso permanente pues no han intentado auscultar a cabalidad la realidad amazónica. Se debe redefinir el modelo de desarrollo que se quiere para la Amazonía, modelo está además llegando a su fin, como lo demuestran problemas como falta de recursos, la contaminación, calentamiento global y las crisis económicas.

2.- Está claro que las causas del conflicto que desembocaron en la tragedia tienen que ver ampliamente “falta de respeto por las formas de vida de los pueblos indígenas y el menosprecio por las características intrínsecas de los bosques amazónicos”, como se señala en el informe en minoría de la comisión especial para investigar y analizar los sucesos, suscrito por el Sr. Jesús Manacés y la religiosa Carmen Gómez.

3.- El Ejecutivo demostró que el uso de un marco legal imperante también puede servir – en su afán por beneficiar políticas de desarrollo vinculadas con realidades ajena a la Amazonía – echar abajo derechos conquistados por las organizaciones indígenas durante medio siglo, a pesar de estar  reconocidos en leyes nacionales y acuerdos internacionales, entre ellos el Convenio 169 de la OIT.

4.- Los decretos legislativos que generaron la controversia no fueron consultados a los pueblos amazónicos, supuestos depositarios de sus alcances. Esa sola ausencia cuestionaba ampliamente su legitimidad. Y fueron usados también como mecanismos de turbias prebendas. Por ejemplo, uno de los decretos, el 1089, le dio a Cofopri (nido de corrupción del actual régimen) la potestad de cambiar los linderos de las comunidades campesinas y nativas, alterando incluso sus planos en registros públicos.

5.- El gobierno apeló a la táctica de la dilación para obviar soluciones frontales a la crisis. Esta actitud aún se mantiene, e incluye el desempeño de la mayoría parlamentaria gobiernista en el Congreso (que incluye representantes elegidos por voto popular para representar a la Amazonía) así como las estructuras ministeriales y las dependencias públicas.

6.- En Bagua murieron 34 peruanos y desaparecieron algunos más. No hay mejores ni peores ni peores muertos en los enfrentamientos de la Curva del Diablo. Los 34 tienen el mismo valor.

7.-  El modo en que el gobierno condujo las operaciones de represión contra los huelguistas de Bagua fue, por lo menos, apresurado, no planificado, violento y excesivo. La responsabilidad mediata es del Presidente García, pero la inmediata alcanza a la ex ministra de Interior, Mercedes Cabanillas y los jefes policiales que condujeron la operación. Asi lo consigna el informe en minoría de la comisión parlamentaria que investigó los hechos, firmada por el congresista Güido Lombardi.

8.-  El papel de la ex ministra de Comercio y Turismo y actual Ministra de Economía y Finanzas, Mercedes Araóz, es vital, pues desinformó conscientemente  sobre los alcances de una eventual derogación del decreto 1090. Generó desconfianza, exageró las consecuencias negativas, llevó a un punto de no retorno en el Gabinete.

9.- La responsabilidad política por los hechos por parte del ex primer Ministro, Yehude Simon, ha sido acreditada y él parece no querer recordar que fue actor principal y preponderante de la crisis en su momento, dilatando a propósito las negociaciones para beneficio del gobierno.  El juicio de la historia será implacable con él.

10.-  No se puede negar que el Presidente Alan García, en lo inmediato, ha sido uno de los principales azuzadores del conflicto, con sus declaraciones hostiles e irreflexivas, además de presentarse como el gran titiritero que intentó  primero direccionar el sentido de la represión en Bagua, y luego, limpiar a como dé lugar la responsabilidad de su gobierno en la tragedia; además de gestos varios como los lamentables calificativos (como el de “ciudadanos de segunda clase”) o la malsana frivolidad de instaurar el Día del Ron Peruano en el aniversario de los sucesos.

11.- La forma como los voceros del gobierno han distorsionando las noticias buscando impresionar a la ciudadanía, generando hostilización y odio, avala la teoría de que no existe desde el partido aprista una voluntad por solucionar el grave desencuentro generado entre la población y quienes considera responsables de la masacre.

12.- La respuesta delictiva y criminal de algunos civiles alzados en Bagua contra las fuerzas policiales no puede ser justificables bajo ningún punto de vista, es decir, la forma como torturó y asesinó a policías secuestrados, tomados como rehenes, quienes estaban en la zona de conflicto en estricto cumplimiento de su deber, en la Estación Seis. ¿Dónde está el Mayor Bazán? ¿Dónde están aquellos criminales?

13.- La manipulación ideológica con que algunos movimientos han empezado a generar ganancia particular con el dolor y la muerte es deplorable y censurable. Esta actitud alcanza a dirigentes que prefirieron el recurso fácil de tirar la piedra y esconder la mano detrás de un exilio dorado y futuras carreras electorales.

14.- La forma como se ha digitalizado los instrumentos judiciales para criminalizar las protestas han sido bastante obvias. Dirigentes ejemplares como el ciudadano awajún Santiago Manuín, que estuvieron en el campo de batalla, buscando el diálogo, intentando defender sus tierras, poniendo el pecho en el conflicto,  también recibieron represalias de este tipo.

15.- Es necesario manejar con mejor resultados la capacidad de negociación. El pésimo modo con que el gobierno manejó las conversaciones para solucionar el conflicto fue motivado desde una actitud inepta, displicente e ignorante  por parte de los burócratas encargados.

16.- Por otro lado, la dirigencia amazónica  debe asumir con madurez la responsabilidad de conducir los procesos de desarrollo de sus pueblos. No todo se soluciona desde Lima, y tampoco todo depende de los demás. La clase política amazónica debe ser renovada profundamente.

17.- Es necesario desactivar los focos de conflictos latentes en el Perú. Ya tenemos más de 100 muertos en marchas y manifestaciones en estos 4 años de gobierno aprista. La mayoría de esos conflictos se da en zonas amazónicas: además de Bagua, en Inambari (Puerto Maldonado/Puno), así como tensiones surgida en zonas de extracción petrolera en Loreto, o de gas en Pucallpa/Cuzco.

18.- En casos muy concretos, la prensa tiene gran responsabilidad, pues se privilegió la nota sensacionalista de la muerte de los policías (una tragedia), y mucho menos los problemas de la gente que vive en la Amazonía. Por el otro lado, hubo denuncias muy documentadas de cómo grupos radicales usaron las frecuencias de ciertas radios locales para generar tensiones innecesarias, que en muchos casos desembocaron en violencia.

19.- No se pueden quitar libertades por puro capricho cuando, por ejemplo, uno expresa su opinión ante un suceso. El cierre de radio La Voz de Bagua, así como las amenazas a diversos medios de comunicación amazónicos, así lo demuestran.

20.- La constante desinformación y el desconocimiento de la clase intelectual respecto de los grandes problemas amazónicos, que vienen arrastrándose por décadas, debe cesar. Los dirigentes, analistas, formadores de opinión deberían analizar el drama amazónico con realismo y sin prejuicios, en su justa y real dimensión.

21.-  Luego de Bagua, la gente sabe algo más sobre la Amazonía y los pueblos indígenas. Esto incluye a la población urbana de la Amazonía, muy alejada y desconocedora de la realidad indígena de la región, debido al centralismo mental que también les ha sido impuesto. Ahora muchos saben que los indígenas existen, que tienen propuestas y capacidad de expresarlas de manera decidida, que la cultura y la cosmovisión amazónica no son datos exóticos, sino realidades tangibles.

22.- Muchos de los cambios que se han producido en la forma de respetar a la Amazonía son motivadas por los propios pobladores amazónicos. Por ejemplo,  en la Cuenca del Corrientes, los reclamos solucionados se deben a entereza de los reclamos de los indígenas y no a la voluntad del gobierno, que negaba incluso las evidencias presentadas por dependencias del propio Estado.

23.- El cálculo para favorecer a intereses económicos poderosos es claro en este modelo. El gobierno ha seguido suscribiendo contratos para explotar recursos naturales (petróleo, minas, bosques) y dando leyes que afectan a los pueblos indígenas, sin importarle en absoluto las consecuencias.  El mapa económico de la Amazonía peruana es una prueba clara de que ésta ha sido  parcelada en compartimentos estancos donde la autoridad se maneja a partir de la capacidad tecnológica-logística-económica para extraer el recurso que produce el suelo o el subsuelo. El concepto “de libre disponibilidad por el Estado”, en muchos casos equivalió a una suerte de despojo legalizado. En la Amazonía resulta más importante la identidad de un pueblo y de su gente, la cual está en sus bosques y ríos, no en el suelo, como erróneamente, una vez más, señala la legislación nacional.

24- Desde una mirada institucional, el Estado no ha sabido canalizar la solución de las demandas sociales, económicas, culturales y de otra índole. Siempre se tiene que esperar costos sociales (muertos y heridos)  y económicos. El gran tema sigue siendo la inclusión y la presencia del Estado, vía acceso a servicios públicos, hacer efectiva la ciudadanía de los habitantes de la Amazonía, fortalecer las instituciones, generar la presencia real y sólida de los partidos políticos, entre otros.

25.- Los interlocutores para tratar temas amazónicos o andinos deben ser autoridades que sean legitimidas en la misma zona. Este diálogo debe propiciar un sistema permanente de comunicación horizontal, así como una ética de la interculturalidad. Sería efectivo considerar los derechos de los pueblos indígenas mediante unos mecanismos de consulta efectivos y no manipulados, cuyos resultados sean tomados en cuenta, así como asegurar a las comunidades la real posesión de sus territorios.

26.- Se debe redefinir la presencia del Estado en la forma como acceden al mercado los territorios indígenas. Estos no están fuera de aquél, pero de la única manera como el mercado lo permite en zonas marginales, en condiciones de explotación y desventaja evidentes. Sería importante empezar a discutir la posibilidad que sean los propios pueblos originarios quienes puedan  capitalizar derechos y propiedades sin reconocer legalmente, así  como la propiedad intelectual de sus recursos y conocimientos, uno de los más complejos y riquísimos del mundo.

27.- Existen crasos errores para conceptualizar las realidades amazónicas desde la educación formal. La famosa nota 14, por ejemplo, barrera impuesta por el Ministerio de Educación para el acceso a pedagógicos impide que jóvenes indígenas, víctimas de la pésima educación que han recibido en la escuela y el colegio secundario, ingresen al programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana (FORMABIAP)  y a otros institutos similares.

28.- Existen programas de manejo de bosque bloqueados, antes por el INRENA y ahora por el Ministerio de Agricultura, y los de manejo de cuerpos de agua de la selva baja, el principal recurso de esta región, por Produce y otros inútiles acompañantes. En honor a la verdad, hay que decir que el trabajo de titulación ha sido realizado es su gran mayoría con  fondos de la cooperación internacional. Cada proceso de titulación ha implicado una tensa pugna entre los promotores  y funcionarios del Estado renuente a reconocer derechos a los pueblos indígenas

29.- Sería importante que la legislación reconozca legalmente servicios educativos y de salud comunales que surgen de la iniciativa propia. Aún no existe un sistema de certificación profesional que se centre en la educación comunal, y se desdeña desde lo oficial a la medicina natural como esotérica y peligrosa per se.

30.-  El Gobierno Peruano no ha creado un solo proyecto de desarrollo que apoye a los indígenas amazónicos: casi todos los proyectos que apoyan a los indígenas amazónicos son de la cooperación internacional o bilateral.

31.- Es vital empezar a invertir, con urgencia, en infraestructura mínima desde el Estado: electrificación para que puedan desarrollar pequeñas y medianas industrias en centros urbanos pequeños, comunicaciones, mejores servicios de salud y educación, seguridad, etc. Las regiones de la Amazonía son de las más pobres del país precisamente por la ausencia constante del Estado.

32.- El drama nacional se alimenta de la amnesia voluntaria, que evita auscultar, reflexionar, interiorizar y sanar procesos colectivos traumáticos. Debido a ella muchas preguntas que se abrieron a partir de esta tragedia no han tenido respuesta o, lo peor, ni siquiera se ha intentado procesarlas.

33.- Debido a Bagua se desnudó en todo su patético esplendor el drama de nosotros, los amazónicos, los olvidados por el Perú oficial. Un drama que viene de siglos, apenas visibilizado, incomprendido o ignorado por quienes tienen el deber de descubrir procesos de integración.

34.- Es importante entender que la Amazonía es un todo de múltiples visiones y formas de entender el mundo, algunas muy lejanas a la mentalidad occidental, que tienen no sólo el derecho sino la obligación de ser integradas al país.

35.- Pensar y recordar Bagua, un año después, también implica percibir a la Amazonía no como un territorio inhóspito y exótico, sino como un espacio físico y espiritual que aspira a convertirse en posibilidad concreta, valiosa, sustentable para el progreso y el desarrollo del Perú.

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(Imagen de «Sanango«, comic sobre un superhéroe indígena amazónico que lucha contra la depredación y la contaminación)

Esta es una pequeña nota que escribí con algunos pocos ejemplos de una explosión creativa que intenta aún reflexionar el papel del arte amazónico luego de los sucesos de Bagua. Un extracto:

Desde la literatura, el cine, el teatro, la plástica o la gastronomía se intenta recrear el polen fundador de las múltiples cosmovisiones amazónicas y su capacidad inmanente para integrarse con los mundos circundantes y trascendentes. Todas ellas buscan encontrar el significado de las cosas y una estética propia, sí, pero sobre todo emerger del luto, sobreponerse a la ira y construir escenarios epistemológicos y sentimentales desde el corazón mismo del dolor. El recuerdo de Bagua no solo es catarsis, en ese sentido es también esperanza y génesis estética. Es Amazonía en toda su incertidumbre y esplendor.

El texto completo pueden ubicarlo en el edición del día de hoy domingo en El Dominical de El Comercio.