Alberto Chirif: «Después de Bagua, para este gobierno la historia no ha cambiado»

Publicado: 2 junio 2010 en Paco Bardales
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Alberto Chirif es un reconocido antropólogo y analista de temas amazónicos. En Diario de IQT hemos publicado algunos de sus artículos, vinculados con la problemática indígena. A raíz del aniversario de Bagua, ante nuestro pedido, nos brindó algunas esclarecedoras respuestas sobre la crisis amazónica generada a partir de los sucesos del 5 de junio pasado.

¿Cuáles crees fueron las causas de los sucesos de Bagua del 5 de junio pasado?

Las causas del conflicto que desembocaron en la tragedia de Bagua, el 5 de junio de 2009, están magníficamente señaladas en el informe en minoría de la comisión especial para investigar y analizar los sucesos de Bagua, suscrito por el Sr. Jesús Manacés Valverde y la religiosa Carmen Gómez Calleja, difundido a partir de abril de este año. Ellos señalan que la “falta de respeto por las formas de vida de los pueblos indígenas y el menosprecio por las características intrínsecas de los bosques amazónicos” han deteriorado su seguridad alimentaria. Recordemos el caso de la cuenca del Corrientes y las protestas presentadas por la organización de las comunidades achuares de dicho río, señalando cómo la actividad petrolera contaminaba su medio ambiente y afectaba su salud. Ellos tuvieron que recurrir a medidas de fuerza, como la toma de instalaciones petroleras, para lograr ser atendidos por un Ejecutivo que negaba las evidencias, incluso aquéllas presentadas por dependencias del propio Estado, como los Ministerios de Salud y Produce, dando cuenta, respectivamente, de la contaminación de los organismos de las personas y de los peces por metales pesados. Como causa más directa del conflicto de 2009 está el tema de los decretos legislativos que echaban abajo todos los derechos conquistados por las organizaciones indígenas en los últimos 40 años, no obstante que éstos estaban reconocidos en leyes dadas por el Estado y en acuerdos internacionales suscritos por el propio gobierno del presidente Alan García. El tema de la reacción violenta de los indígenas, si se lo quiere entender en su justa dimensión, tiene que ser analizado tomando en cuenta la violencia de la agresión que ellos sufren en las últimas décadas y, en especial, durante el actual gobierno.

¿Cuáles son los errores que se siguen cometiendo al momento de entender o diagnosticar la Amazonía desde el Estado oficial?

No sé  si se puede hablar de “errores”. El desprecio por la vida y derechos de los pueblos indígenas no es producto del error, sino del cálculo para favorecer a otros intereses. Después de los sucesos de Bagua, para este gobierno la historia no ha cambiado. La dolorosa experiencia de muerte de policías e indígenas no le sirve para nada y sigue actuando de la misma manera arbitraria, prepotente y provocadora. Ha seguido suscribiendo contratos para explotar recursos naturales (petróleo, minas, bosques) y dando leyes que afectan a los pueblos indígenas. No hay que olvidar que hay un proyecto de ley para el traslado forzoso de población asentada en zonas donde se vayan a ejecutar proyectos que sean declarados de “interés nacional”. Por experiencia sabemos cómo se ha manejado el tema del “interés nacional” en el país, que no es más que un eufemismo para ocultar intereses subalternos de autoridades coludidas con grandes empresas, con la finalidad de lograr el enriquecimiento mutuo.

¿Cómo ves ahora la actitud del país con respecto a la Amazonía a raíz de lo de Bagua.

Creo que la gente sabe algo más sobre la Amazonía y los indígenas. Y cuando hablo de “la gente” me refiero también a la población urbana de la Amazonía, muy alejada y desconocedora de la realidad indígena de la región. Este país ha ocultado desde hace décadas la presencia indígena dentro de sus fronteras, como resultado de una combinación de vergüenza con ignorancia. Ahora muchos saben que los indígenas existen, que tienen propuestas y capacidad de expresarlas de manera decidida y, a su vez, que estas propuestas tienen una lógica particular, en la medida que apuntan a la redefinición de un modelo de desarrollo basado en la explotación de la gente y en la destrucción del medio ambiente. Este modelo está además llegando a su fin, como lo demuestran problemas como el agotamiento de recursos, la contaminación, el calentamiento global y el cambio climático, y, más recientemente, las crisis financieras que comienzan a reventar como volcanes por diferentes países del mundo.

¿Podría volver a ocurrir otro “Baguazo” en la Amazonía?

Hay que tener mucho cuidado con una pregunta como ésta. El “Baguazo” no fue generado por los indígenas, sino por el gobierno. El “Baguazo” no era el punto al que las protestas indígenas querían llegar. Querían llegar, en cambio, a una reconsideración del Estado para que se les reconozcan sus derechos perfectamente establecidos en la ley. Las muertes, los heridos y, en fin, la tragedia desatada ese día es resultado de la agresión de un gobierno que no quiso dialogar, que se negó a respetar derechos reconocidos y que engañó, porque el día anterior a la invasión armadas de la policía, voceros del partido gobernante dijeron que la decisión de derogar los decretos se paralizaba hasta que las partes llegaran a un acuerdo. Para ese momento, la decisión de reprimir violentamente a los manifestantes de la Curva del Diablo había sido ya tomada. Sobre cómo se manejó este asunto es indispensable la lectura del artículo “Los imperdonables”, de Ricardo Uceda, publicado hace un par de meses en la revista Poder. ¿Podría ocurrir otro “Baguazo”? Sin duda que un gobierno como éste empeñado en pisotear los derechos ciudadanos para asegurar sus negocios turbios con empresas podría repetir esta terrible y torpe experiencia represiva, que resultó en la muerte de muchos peruanos. Los petro-audios y otros escándalos que han emergido a la luz (venta de patrimonio público: Collique, puertos, terrenos negociados por COFOPRI y mucho más) son indicadores inequívocos de los intereses detrás de estas políticas.

Cuáles deben ser los cambios urgentes en las políticas para evitar en el futuro que en la Amazonía puedan generarse conflictos aún más grandes que en Bagua?

Los cambios deben ser sobre todo de actitudes de los gobernantes. Las leyes están dadas, el problema es que no se respetan. Si se respetase la Constitución, las leyes nacionales sobre derechos indígenas y los convenios y declaraciones internacionales, las cosas funcionarían como deben funcionar y se trabajaría en la construcción de una verdadera democracia, en la que todos los peruanos podamos ser verdaderamente iguales ante la ley. ¿Es esto posible de lograrse con este gobierno? No lo creo. Si no lo ha hecho en cuatro años de ejercicio del poder, en los cuales, en cambio, ha hecho todo lo contrario, no lo va a hacer en el año que le queda por delante.

comentarios
  1. Diario de IQT dice:

    Respuesta al Artículo de Hernando de Soto1

    Ya es conocido el clásico pensamiento neoliberal de Hernando de Soto. El problema -según él -radica en la debilidad del capitalismo popular y, el desarrollo, se resume en la tesis de la formalización de la propiedad privada. Sólo falta inscribir la propiedad e iniciar una empresa. Luego, por arte de magia comienza la acumulación de capitales y de tierras, supuestamente tan importantes ahora para el desarrollo de la selva. En ningún modo este pensamiento ha privilegiado el análisis de los factores políticos que sirven de sostén para el capital y de la superestructura. En resumen, esta es una visión muy simple de la problemática. Otro asunto es la permanente mixtura de conceptos teóricos. Describe a muchos; sin embargo a pocos profundiza, o mejor hubiera sido resaltar uno solo para descender en algo más concreto.

    En su artículo mezcla varios conceptos: el racismo, un Estado sobrereglementado y centralista y la falta de iniciativa propia de los peruanos. Para desarrollar la selva es suficiente la idea de que con una mejora de la normatividad la economía allí instalada empezará a florecer. Su visión del problema se ha reducido a un problema legal, cuando en el Perú lo que más sobran son las leyes y normas, que son alrededor ya de 30 mil.

    Además, no dudo que haya estado estudiando el tema de la selva y el por qué de los conflictos sociales, y cuáles son las posibles causas, sin embargo con las miras puestas – de antemano- en la búsqueda de los mecanismos legales, en realidad repite aquí exactamente su tesis ya publicada en su famoso libro sobre el “otro sendero”, con lo cual su mirada le impide penetrar más a fondo en la realidad económica y política. De esta manera, él solito se está manipulando ideológicamente y se debilita en abrir más los ojos. Se constata una miopía bastante extendida. Asimismo faltan mayores explicaciones económicas sobre el origen de la pobreza en la selva, que se suponía era su idea “fuerza”.

    En este sentido, lo que él no explica es cómo encontrar los cuellos de botella que sí pueden ser “rotos” por los campesinos/peruanos2 de la selva, cómo tener los medios de producción nuevos a su alcance, replicables que permiten avanzar, y cómo mejorar el sistema de producción existente. Es decir, introducir las mejoras en el sistema agrario para dar el salto cualitativo. Hay alternativas y muy buenas3. Es difícil exigir a un campesino de la selva arriesgar su ya precaria economía. Y por supuesto –aquí coincidimos en algo – el aparente retorno a una propiedad comunal es una utopía. Lo que prevalece es la economía campesina familiar4. Esta parte importante que no toca en su análisis no tiene nada que ver –otra vez – con la ideología subliminal que recuerda cuando nos habla de las razas como una posible explicación del abandono de la selva. O sea, en sus palabras los peruanos que viven en la selva por ser “otra raza”, son incapaces de salir adelante.

    Ya no debería usar el término “indígena”, hace conmemorar que al inicio de las décadas de los años veinte y treinta en el Perú se hablaba despectivamente y en demasía de la cuestión indígena y de “los indios”. En realidad, los términos indio e indígena hoy suenan como términos racistas. Los de la selva no son seres inferiores.

    En pleno siglo XXI deberíamos solo respetarnos de igual a igual, democráticamente dentro de un régimen democrático y no recurrir a estos calificativos. Estos deben ser desterrados para siempre cuando resaltan cierta superioridad de los intrusos que son en tierras ajenas, o sea de los intelectuales que hayan colaborado en su artículo. Y se creen los salvadores de los “indígenas”, tanto visto en la película Avatar como en la ideología fascista de “nuestro” Presidente Alán García, quién trató de inventar una nueva raza canina.

    Europa basó su desarrollo material e espiritual en el desarrollo de la agricultura para su posterior industrialización. Fueron también los campesinos pobres que migraron a EEUU llevando consigo su conocimiento y destreza para luego engrandecer a esta nación, de donde provienen la mayoría de las empresas transnacionales. Estudios al respecto abundan en Europa, lamentablemente muy a menudo no son traducidos y no aterrizan en el Perú. Como economista de Soto debe saber que la economía se mide con resultados. Sus postulados imaginarios o teóricos en su artículo donde describe teóricamente cómo funciona una empresa es algo que un campesino no práctica. Agricultura es praxis, sobre todo, no teoría. Una praxis milenaria comprobada que se adaptó permanentemente al sistema agrario5 y que ha dado resultados tangibles y conocidos.

    El otro tema ausente y soslayado en gran parte es el funcionamiento interno del Estado peruano, empero quizás nos une aquí una pequeña coincidencia. El Estado debería ser más ágil, menos burocrático y más eficiente. Algo que por ahora no es más que un deseo. La realidad palpable es que prácticamente todos los gobiernos durante los últimos 40 años han inflado el aparato del Estado, sin que el ciudadano “de a pie” tenga un beneficio real. Los estudios sobre las nuevas clases sociales indican que la clase media se ha desarrollado sin el apoyo justamente de este Estado paquidérmico. Se han hecho desde abajo sin la ayuda del Estado. Este análisis a donde van las nuevas clases sociales, no aparece en el pensamiento neoliberal de Hernando de Soto.

    La gente –hoy- del Perú, sin embargo reclama y exige un Estado mucho más eficaz que solucione principalmente la problemática de la salud, educación, del transporte, entre otros. La presión de las nuevas clases sociales en el futuro marcha en este sentido.

    Algo muy substancial para que funcione una economía de mercado es el combate a la corrupción que es el eje central de una lucha social. Hasta las elites antiguas y la nueva burguesía, pasando por los empresarios se atreven últimamente a declarar que esta lacra tiene que ser combatido sin piedad. Si no se alcanza reducir los niveles de corrupción la economía no crecerá. Hernando de Soto sabe muy bien que las grandes empresas transnacionales tienen a su favor a este Estado débil, corrupto, excluyente para instalarse en la selva. Tienen el Estado a su servicio y no al revés, se sirven de él, con la ayuda de muchos funcionarios corruptos y operadores políticos.

    Por otro lado, no quieren ningún peruano que se oponga al modelo neoliberal. Allí pensar que una empresa esté en el mismo nivel de decisión que un peruano de la selva es desconocer los criterios básicos de lo que significa la equidad. No es igual poner en la misma mesa un grupo de peruanos que defienden sus bosques frente a una empresa minera que maneja miles de miles de millones de dólares. Otra vez, la corrupción y la compra de conciencias para ellos les resulta más barata que apoyar como los buenos samaritanos a los campesinos a que se formalicen. Esta buena intención esta empedrada con las piedras que la conducen al infierno, como en la película Avatar.

    Sugiero que Hernando de Soto haga el ejercicio intelectual de entender mejor al sistema agrario, a los sistemas de producción y que ayude en la búsqueda de entregar no tanto los instrumentos legales, sino los nuevos medios de producción y facilitar una nueva superestructura que permita el desarrollo armónico de la selva. No queremos a las empresas transnacionales saqueadores que ahora tienen su aliado principal a Hernando de Soto que con su lenguaje modernizante surge como el nuevo conquistador. Queremos un Hernando de Soto como un aliado de la no-destrucción de la selva y de la biodiversidad.

    Durante los últimos 20 años el Estado peruano se ha cimentado bajo la tutela de los intereses de las grandes corporaciones, desconociendo los derechos civiles de la población y de los que menos tienen, en términos materiales, claro está, los de la selva. No son pobres porque quieren ser pobres. Son pobres porque el Estado y las políticas y los sucesivos gobiernos han estado orientados al modelo económico primario exportador y no al mercado interno.

    Un corajudo gobierno -obviamente más peruano y no pro-yankee- tiene que desarrollar el mercado interno, instalar un nuevo modelo económico y preocuparse por el Perú profundo en la sierra y en la selva. Además profundizar el proceso de regionalización. Esto pasa necesariamente por una reforma radical del Estado peruano, con políticas estatales a mediano y largo plazo y donde se verifica la inclusión, un Estado menos corrupto y más servicial. Para esto necesitamos apenas cinco mil peruanas y peruanos de confianza. Los tenemos y de los buenos.

    Ing. Reinhard Seifert

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