Un amigo desde Lima, aprista de vieja data, me dice, vía teléfono: “Pienso que con la elección de Moisés Panduro Coral para la Secretaría General del APRA se inicia una etapa de reconciliación y de vida partidaria”. Y continua apuntándome: “Yo espero que el cachorro Panduro no sea el continuismo pernicioso de siempre, que tanto daño hizo al partido en Iquitos”…
La división de los apristas loretanos, desde los tiempos de la secretaría general de Máximo Meléndez Cárdenas, ha dado vueltas en torno a la repartición de los cargos públicos, puestos de confianza y empleo para los miembros de las bases. Esa es hasta ahora la principal manzana de la discordia, como si administrar puestos laborales fuese la razón de trabajo de las secretarias generales.
Por este tipo de discordias, muchos apristas se alejaron, otros optaron por la independencia y bastantes se volvieron tránsfugas. Todo esto explica, por ejemplo, que el número de votantes en estas últimas elecciones no llegue a las dos mil personas; una cifra pobre en relación a otros tiempos.
La excepción en esta interpretación puede darse en la postura del Ing. Rony Valera Suárez, que siendo Alcalde aprista, exigió al gobierno de Alan García, con una serie manifestaciones, la extensión de los fondos del Canon Petrolero para las municipalidades, que después se hizo realidad; poco después él se alejó para siempre del APRA. A partir de ese momento el APRA se seccionó en dos facciones que se contrapunteaban constantemente. De los “choclos, inconformes”; y “los galletones”, oficialistas y seguidores de Orison Pardo, quedan rezagos.
No podemos pasar por alto, siempre en el caso de la división de los apristas de Iquitos, de las triquiñuelas que hay en elecciones internas para elegir a los candidatos para los cargos políticos. Por ejemplo, en la elección para elegir al candidato para el Gobierno Regional, el Dr. Orison Pardo fue apartado del proceso de la forma más infraterna y fue elegido Jorge Pérez Santillán, ni chicha ni limonada en esa contienda que ganó Yván Vásquez Valera.
Lo cierto es que el nuevo Secretario General llega con un halo de decencia y sensatez, que necesita el aprismo en general. Hay con la asunción de Moisés Panduro una especie de bienestar y conformidad partidaria, que puede ser un punto de partida para que desaparezcan las diferentes “interpretaciones doctrinarias” a las que se refiere Nilo Zumaeta, que no es otra cosa que canibalismo mutuo por intereses subalternos.
Se entiende, en términos de elección, que Panduro era una mejor opción frente a Freddy Quinteros Vela, candidato del desgastado José Augusto Vargas Fernández. Muchos coinciden que si Quinteros ganaba, a la larga, se convertiría en la portátil de este congresista, le despejaría el camino para una futura reelección y continuaría con la repartija laboral. Es evidente que al perder Quinteros, pierde también el chato Vargas, que ahora tiene que mover otras fichas para un mejor futuro político o terminará vegetando en Lima
Hay otros factores que también favorecieron el triunfo del nuevo Secretario General. Quinteros puede ser un aprista a carta cabal, pero carece de carisma; tiene años en el APRA, pero no se forjó una personalidad política; podrá ser un devoto de Vargas, quién le puso en la Beneficencia Pública; pero fue un infiel con la doctrina de su partido y con sus compañeros de campaña, como le denunció su personero electoral Ciro Pizango Gómez, que también es un desleal porque, como todo aprista común y silvestre, su apoyo a Quinteros estaba en relación a un puesto de trabajo.
Hoy otros puntos, no tan domésticos, pero que pesaron. Se silenció la grave denuncia que hizo Hugo Wong; Declaró, mostrándonos su concepto sobre la moral aprista, que Agustín Mantilla, el ex hombre siniestro de Alan García, no tiene espació en el APRA, sin embargo, dijo, que el cuestionado Vladimiro Chong, necesita una oportunidad. Lo que no sabe es que el ex aprista Mantilla sigue teniendo poder dentro del APRA.
Y si Quinteros fue candidato es porque el aprismo loretano anda tan desubicado, entrampado en conflictos de intereses personales o particulares y no ha tenido la capacidad de promocionar cuadros dirigenciales o establecer una escuela de líderes en los últimos 20 años. Por eso tienen espacio los candidatos independientes. Con algunas excepciones, seguimos viendo las mismas caras, seguimos escuchando los mismos nombres, los mismos monólogos, un remanente de mudos políticos cuarentones o cincuentones, varios de ellos procesos judiciales. ¿Cuál es la nueva generación de apristas en Iquitos? ¿Ciro Pizango? ¿Mondragón? ¿Hugo Wong? Irónicamente, muchos compañeros no se han dado cuenta del cambio doctrinario que experimenta el APRA: de social demócratas a neoliberales.
Moisés Panduro inicia su periodo con euforia desbordante: levantado en hombros, como hacia Jorge Idiáquez con Víctor Raúl después de sus triunfales mítines. Así es todo inicio, todavía no se sabemos si el cachorro se ha metido en una camisa de fuerza. Él es el vínculo de un gobierno que se asfixia en graves acusaciones de corrupción con indicios de descalabro desde el Baguazo del 5 de junio. Panduro también representa a un partido que tiene el 19 % de aprobación en Loreto. Remontar esa cifras no es fácil sabiendo que el APRA siempre fue malquerido, masticando, pero no pasado por la mayoría de loretanos.
Panduro ha entrado con aire de concertador en un espacio donde no faltan lobos. Claro, todavía no recibe las zancadillas de estilo, pero ya le enviaron dos mensajes claves. El primero: nada de designación de independientes para las próximas elecciones municipales y regionales, en clara a alusión a Juan Carlos del Águila Cárdenas, quién, a decir de muchos apristas, anda desesperado, “metiéndose entre los palos” para representar al APRA en los próximos comicios electorales. El segundo: tiene que cumplir con promesas de campaña (o comienzan las manteadas). Lo ha dicho el bravo Mondragón, el confundido Quintana y el portavoz oficial (“quémate por nosotros”) del PAP, el mismísimo José Augusto Vargas Fernández.
Por cierto es innegable que el triunfo de Panduro tuvo un soporte político en su calidad de Jefe Zonal de “Construyendo Perú”, que brinda trabajo temporales a los desempleados en obras urbanas y semi urbanas en varias ciudades de la Región. Construyendo Perú es un ente propagandístico del gobierno actual, agua fresca para alguien que se calcina.
Seguro es que Panduro no fue designado en ese cargo de importancia por el dedo mediador de Augusto Vargas ni de Cesar Zumaeta, sino de otros personajes cercanos a los hombres del Presidente Alan García Pérez; uno de ellos podría ser Víctor López Orihuela. Este y Panduro fueron asesores del ex Alcalde Juan Carlos del Águila, la gestión de las empresas fantasmas, según las denuncias que se hicieron el semanario La Verdad.
Claro esta, el puesto de Jefe Zonal de esa especie de PAIT y su elección como Secretario General le ha caído como anillo al dedo en su carrera política. Hoy Panduro Coral tiene mucho más poder y ascendencia, es un tácito aspirante en los próximos comicios electorales. Su nombre ya está, para empezar, en la Web de Radio Arpegio que sondea al posible Alcalde de Maynas; sin embargo, el chato Panduro, con su ascenso vertiginoso, podría ser un virtual candidato para las congresales o regionales. El tiempo lo dirá.